En los procesos de transformación cultural y coaching que tengo oportunidad de llevar en organizaciones, frecuentemente encuentro un alto nivel de victimización en sus integrantes, muchas veces no consciente. Hoy somos espectadores de este modelo mental también desde otras tribunas nacionales. Lo cierto es que es más sencillo buscar lo que no quiero que suceda o lo que quiero de terceros. La contra parte nos reta, implica explorarse y cambiar.
Si no podemos reconocer el sistema detrás de los hechos observables como insatisfactorios, si no podemos cuestionar la relación causa efecto y asumir el rol que nos corresponde, no podremos ser parte de la solución, seremos reactivos, muchas veces en modo víctima.
Es una gran tentación sentirnos o presentarnos a través de la narrativa de victimización y así no asumir un rol en la solución, solo buscando culpables. Este camino tiene un precio alto, no tener la culpa o pretender ser inocentes se paga con la impotencia, que primero se expresa como una indefensión y luego se consolida en incapacidad real.
Y el círculo vicioso se instala, mayor impotencia, más victimización y cada vez menos opciones para resolver. A estas alturas el modelo mental, de la víctima, no solo gobierna y decide, sino que además bloquea la posibilidad de considerar otras opciones más protagónicas.
Un líder, desde la victimización, creará diálogos de víctima y pronto también un ecosistema que le sirva y justifique. Las decisiones serán tomadas desde el temor y el interés propio, muy lejanas al servicio, sentirá que es lo mejor que puede hacer, subsistir peleando contra lo que amenaza el status quo, (nivel 1 de los 7 niveles de liderazgo del modelo de Barrett) buscando reforzar a cualquier precio las relaciones y aceptación (nivel 2 del modelo citado) e intentando mostrar desempeño a través de comparaciones que no lo descalifiquen (nivel 3 de 7) Todo desde la base del interés propio y no desde la mirada del servicio y búsqueda del bien común.
La impotencia, que la víctima sufre, se irradia, se hace cultura y se configura como un peligro mayor para la familia, organización, ciudad o país desde donde actúa su influencia.
¿Cómo podemos contrarrestar la victimización? Fred Koffman nos recuerda que busquemos el modelo mental del protagonista, el que se hace cargo, asume su rol y busca opciones en si mismo. Una pregunta poderosa para revelarlo sería:
¿Cómo puedo YO (co-crear, cooperar, co-inspirar) cambiar esto?
Preguntárselo en primera persona obliga a tomar responsabilidad de los actos y consecuencias, te aleja de la victimización te pone en el modelo del protagonista
Conociendo que la víctima busca adeptos y un ecosistema que le sirva, será más inteligente buscar el cambio desde donde podemos gestionarlo, desde nuestro propio protagonismo, contrarrestando diálogos de victimización cuando nos enfrentemos a ellos, creando espacios para la pregunta del protagonista, evitando buscar culpables y como diría Gandhi, siendo el cambio que buscamos, con el ejemplo cotidiano, con integridad, desde nuestra familia, empresa o comunidad. No se deje contagiar!
El líder en la era de la consciencia no busca «sacar» lo mejor de su equipo, busca servir mejor a su equipo, a la comunidad, a su país, para que el beneficio obtenido sea el bien mayor, desde la victimización no es posible lograrlo.
Hoy más que nunca nos toca desde cada espacio y oportunidad ser protagonistas del cambio.